5 de noviembre de 2008

La chica virgen

Hace un tiempo, estando aburrido, no tuve peor idea que buscar amistad -sexo- en un chat telefónico. Impostando mi mejor voz, y extasiado por la novedad, creé mi buzón y me lanzé al ruedo. Luego de escuchar muchas presentaciones -la mayoría aburridísimas-, sólo obtuve sexo telefónico con un par de señoras a quienes intenté impresionar con mis dotes intelectuales. Siendo conciente que la autosatisfacción puede ser placentera, intentaba aún cristalizar un encuentro sexual con alguna jovencita -o señora- aburrida de su tediosa vida.

Cansado de la cantidad de ofertas gays -que obviamente no aceptaba-, y la poca disponibilidad de las mujeres a algo que no sea virtual, decidí renunciar a aquel nada sensato objetivo. Luego de dos semanas y movido por el terrible aburrimiento, opte por revisar nuevamente mi buzón. Escuché mensajes de las mismas señoras que ya me habían aburrido, y solo al final me di con la sorpresa de una joven voz que dejaba su número celular. Puesto que ya era un experto, sabía que según como comienze la conversación, uno debía o ir al grano, o fingir un par de llamadas en caso la chica en cuestión no quiera aparentar ser fácil y más bien deba parecer que ha sido tentada al pecado en un momento de confusión.

La noche siguiente llamé y me contesto la misma suave voz. Su nombre era Betty y tenía veintitrés años. Esa noche conversamos de todo, menos de experiencias sexuales. La seguí llamando dos veces a la semana por casi un mes. En ese tiempo ya había perdido cualquier expectativa sexual. Lo hacía por el mero placer de una buena plática, la chica era madura y me agradaba. Fue la última semana cuando me contó que era "Testigo de Jehová", algo que si bien es cierto me sorprendió, no cambio la estima que le había tomado. Pero si origino charlas más encendidas acerca de religión y temas relacionados. Para ella, yo era un libertino. Para mi, ella era una cucufata. Sin embargo, siempre fuimos tolerantes y respetuosos de nuestras opiniones.

Pese a que acordamos conocernos, esto nunca se dio en aquellos días. Yo tuve mucho trabajo, y prácticamente perdimos el contacto poco a poco. Ocho meses después, salí un sábado del trabajo y me dirigí con los compañeros a tomar unas cervezas en un bar cercano. Cerca de las tres de la tarde y estando ya entre copas, recibí la llamada de la recordada Betty. Me reclamó, con justa razón, mi ingratitud, y me contó que estaba en un Centro Comercial. Quería que le de el encuentro ahí, ya que según ella, si no nos veíamos ese día, no nos veríamos nunca. Encontrándome entre la espada y la pared, opte por abandonar la divertida tertulia de rajes de trabajo. Quizás sería interesante conocer a la recatada y siempre pura Betty.

Media hora después llegue a Plaza San Miguel y esperé a que Betty me reconociera, mis ojos chinos debían ser de gran ayuda. No esperé mucho hasta que se acercó una jovencita muy agraciada: cabello castaño y largo hasta la mitad de la espalda, ojos color almendra, labios provocativos, tez blanca, y un precioso cuerpo. Me quedé pasmado y solo atiné a saludarla fríamente. Decidimos ir a comer un helado. En el camino yo me preguntaba por qué alguien tan bella tenía que ser tan cucufata, si decenas de chicas liberales eran tan feas. Obviamente no encontré respuesta. Mientras charlábamos me sentí reconfortado, parecía ser tal como pensé que era cuando conversábamos por teléfono. Esa tarde discutíamos una vez más de religión, cuando noté que su atuendo no era el normal para una testigo. Le pregunto por ello, y me comenta que hace un mes se ha alejado de su Iglesia al no estar de acuerdo con que deba casarse solo con otro testigo. Entonces pregunto si sólo es por eso. Me responde que también por otros desacuerdos ideológicos, sin embargo, hace incapié en que pese a ello sigue sin visitar discotecas, beber licor o tener sexo. Fue la primera vez que se mencionó la palabra "sexo" entre nosotros.

Debido a tal confesión he quedado incrédulo, y no puedo evitar el preguntarle si eso significa que es virgen. Para mi sorpresa lo toma con naturalidad y responde que así es. Yo sólo atino a quedarme callado. Ella en cambio sigue hablando y dando los motivos por los que aún después de alejarse de su Iglesia, quiere llegar virgen al matrimonio. El resto de la tarde la escucho atentamente y casi no comento al respecto. Tres helados y dos gaseosas después, me percato que es casi las siete. Yo tengo un compromiso en un par de horas, así que le explico y me despido. Ella me pide que la acompañe a tomar su taxi, caminamos hacia el paradero.

En el camino me pregunta qué compromiso tengo. Le explique sin dar mayor detalle. Me pregunta si puedo faltar. Le pregunto que por qué. Se queda callada. Vuelvo a preguntar. Me dice que no quiere que piense mal, pero nunca ha bebido. Que no tiene casi ningún amigo que no fuese testigo, y que como yo le he parecido un buen chico, le provoca saber que se siente beber alcohol. Le digo que no es lo más acertado, pues si no tiene costumbre se va a emborrachar con dos vasos, y tendrá problemas en casa. Se queda pensando, me dice que no importa, que quiere experimentar. Pero esta noche tengo un ataque de moralidad, e insisto en que no es correcto. Pero ella también insiste en hacerlo. Yo cedo. Por qué no llegar un par de horas tarde al otro compromiso, me digo.

Caminamos por la Av. La Marina buscando un bar donde tomar una jarra de cerveza. Pasamos por varios lugares, no le gusta ninguno. Hace mucho frío, le pido que decida pronto, o me resfriaré. Me dice que sólo unos minutos más. Al fin encontramos un sitio que le gusta, le digo que pasemos. Me dice que mejor no, que tengo razón, que no debería beber. Me molesta un poco, le digo que no importa. Caminamos un poco mas, me dice que prefiere experimentar otra cosa. Le pregunto a que se refiere. Me pide que no me vaya. Quedo confundido, le pregunto qué quiere hacer. Me contesta que le da vergüenza decirlo, que me lo debo imaginar solo. Me confunde aún más, no creo que se refiera a tener sexo, me río por dentro. Le digo que no entiendo. Me dice que no quiere beber, ni entrar a una discoteca, que prefiere experimentar lo otro. Quedo estupefacto, no sé como decirle lo que entiendo. Sonríe avergonzada, me pregunta si quiero hacerlo. Aún confundido le digo si se refiere a tener relaciones, que me disculpe si no es eso. No me mira, se pone roja, me dice que eso es lo quiere.

He quedado en shock. Esta muchacha o siempre fingió ser una manza paloma, o se le acaba de aflojar un tornillo. No sé que responder. Sigo con un raro ataque de moral. Si bien es cierto que me he acostado con desconocidas, siempre ha sido cuando estoy seguro que ellas al igual que yo, no buscan compromiso y son concientes de lo que hacen. Y aunque esta muchacha podría haber fingido toda la tarde, cabe la pósiblidad que sólo sea un ataque de rebeldía a la represión que ha vivido. Es hermosa y provocativa, claro que quiero hacerlo. Pero eso no me da derecho a arruinarle la vida a una chica, que además es virgen. No sé que hacer, prendo un cigarro, sigo callado.

Por fin me animo a hablar, le digo que no es correcto. Me responde que ella quiere hacerlo, y no importa nada más. Le digo que ni siquiera sabe si le gusto, que su virginidad debe perderla con alguien que ame. Me dice que no me preocupe por eso, que si le gusto. Insisto en que no nos conocemos, que está mal, que se va hacer daño. Me dice que experimentar no es dañarse. Le digo que el sexo no es un experimento, que no va demostrarle nada a nadie haciéndolo, que se hace cuando se está seguro. Me dice que está segura de querer hacerlo conmigo, que sabe que valdrá la pena, que lleva tiempo buscando al indicado. Le pregunto si lo ha planeado. Me dice que no, pero que siempre contempló la posibilidad, incluso desde que empezamos a hablar por teléfono. Le digo que eso no basta. Me dice que entonces es porque no me gusta. Le digo que si me atrae y mucho, pero que no soy el indicado. Se acerca y me besa, no lo hace muy bien, pero si me calienta. Se separa me pregunta al oído si en verdad no quiero hacerlo, que no me preocupe por ella. Siento su aliento en mi rostro, me ciega, le digo que lo haremos.

Pagando la habitación de un hostal cercano empezé a hacer conjeturas. Puede ser una vengadora que intente matarme dentro de la habitación. O quizás tiene Sida y quiere contagiarme. No creo que sea virgen. Es una situación muy extraña. Estoy dudando nuevamente. Subimos las escaleras, llegamos a la recámara. Ella entra directo al baño. Yo estoy asustado, reviso su bolso, encuentro una libreta, adentro de ella hay una especie de receta médica donde dice que el himen se encuentra intacto, esta fechado tres meses atrás. Pienso que ha dejado eso adrede, quiere que lo vea, debe ser falso. Nadie carga eso a todos los lugares que va. Me angustio, no quiero morir. Tengo miedo.

Ella sale a los minutos, se sienta a mi lado en la cama. Le digo que no estoy seguro de esto. Me dice que ella si lo está, que esta feliz de hacerlo conmigo. Se levanta, me jala de las manos. Yo observo todo con detenimiento, temo saque un cuchillo de algún lugar. Me besa despacio. Lo disfruto, toco su cabello, bajo hasta su cintura, beso su cuello. Gime despacio, me abraza fuertemente. Poco a poco pierdo el miedo a causa de la excitación, desabotono su blusa, aflojo su correa. Mira con ternura y un poco de inocencia como la desnudo, se avergüenza. La empujo contra la pared, me aprieto contra ella para que me sienta. Me quita la camisa, deja caer mis pantalones. Nos quitamos la ropa interior, me mira tímidamente, me abraza. La hecho sobre la cama y beso todo su cuerpo, es blanca como la leche, nunca debe haberse bronceado. Se estira sobre las sabanas, su cuerpo tiembla mientras mi boca recorre su piel.

Tiene un cuerpo casi perfecto, sus senos son preciosos y su piel muy suave. Me dice que jamás ha tocado a un hombre, guío su mano, hago que me masturbe despacio. Me mira sonrojándose, se ríe como una niña. Le explico como hacerme sexo oral, ella lo intenta. Por sus gestos noto que no le gusta mucho, pero sigue intentando. No la ha hecho muy bien, la recuesto nuevamente en la cama, me tiro sobre ella, la beso apasionadamente. Me coloco el preservativo, me hundo en sus pechos. Ella acaricia mi cabello, respira lento. Intento penetrarla, no se puede, esta muy cerrada. Joder, sí era virgen. Me dice que le duele, le digo que lo haré más despacio. Lo intento nuevamente, da un grito de dolor. Le explico que al principio le va doler, que incluso puede que sangre un poco, pero que luego va sentir rico. Me mira temorosa, se pone tensa. Le digo que se suelte, no puede. Vuelvo a la carga, nuevamente da un suave grito de dolor. Me dice que ya no quiere, que le duele, que esta asustada, que mejor otro día. Yo estoy caliente, le digo que solo la cabezita, ella accede. Me sobo sobre ella y sin que se de cuenta lo vuelvo a intentar. Ella se separa bruscamente, me dice que no puede, que la disculpe, no pensó que doliese tanto. La situación ha cambiado, ahora ella no quiere, y yo estoy hirviendo.

Estoy molesto, le reclamo que me calentase para al final acobardarse. Ella empieza a llorar, me dice que no fue su intención. Me siento en la cama, miro hacia la ventana. Me abraza por la espalda, me besa la oreja, me dice despacio que lo hagamos por atrás. Le digo que le va doler más, que mejor lo olvidemos. Me dice que no importa. Le contesto que no la entiendo, pensé que se trataba del dolor. Me dice que en parte, pero que también se ha arrepentido. Que otro día pierde la virginidad conmigo, cuando nos tratemos más. Le digo que es lo que intenté explicarle desde el principio, que hubiésemos evitado el que me calentase tanto. Me dice que por eso lo podemos hacer del otro modo, así los dos quedamos bien. Le digo que está bien, nos acomodamos, me preparo para hacerlo. Ella grita despacito, pero me pide que siga, yo presiono. Ha llorado un poco, pero lo he logrado. Nos movemos hasta que termino.

Nos hemos vestido y salido. La acompaño a tomar su taxi. Antes de irse me pregunta si somos enamorados. Me siento mal con su pregunta, ha estado a punto de perder su virginidad. Le digo que sí, la beso. Se sube al taxi, veo como el auto se pierde en el camino. Pienso que me hubiera encantado ser su enamorado, es inteligente, es bella, y creí que tranquila. Lamentablemente esta noche se comportó como cualquier chica que puedo conocer, y eso arruina el concepto. Hasta he imaginado que aunque es virgen, quizás si ha tenido antes encuentros sexuales contra natura. En fin, debo ir a casa y alistarme para alcanzar a mis amigos en otro lugar.

Esa noche supe que al día siguiente debía cambiar mi chip, y sobre todo nunca más chatear telefónicamente. Para eso, mejor me voy a una discoteca.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

poeta esta tipa se hace la loca no jodas conosco mas recorridas que no lo hacen por la troya y una sana va a querer hacerlo por ahi haaaaa y la pregunta sangro por atras si es si hummm puede ser pero si es no no jodasssss pe parece argentina que cuando se inician lo hacen por atras antes de adelante pucha ahora una clase pssssss te falto el beso negro al jugo eso no falla ahi la hembra explota bueno chevere la historia

Anónimo dijo...

Demasiada imaginacion surgio al leer esta historia,si pues kizas ella solo mintio y nunca penso en hacerlo o kizas sencillamente en verdad le dio miedo hacerlo,ya no kiero imaginarlo mas!
Jeyssi

Anónimo dijo...

jajaja..yo no le creo nada a esa chica ajajaa..no es virgen .. una virgen jamas acederia en acerlo por atras...yo soy virgen y te aseguro q jamas le entregaria mi virginidad a nadie del cuel yo no este enamorada...pero q vien fingio esa chica jaja

cariniosito69 dijo...

Ola...pz lo q yo hubiera hecho en ese momento...es pensar q pz es su primera vez..y darle sensaciones q no podra volver a vivirlas...Como el beso negro..q pz te permite entrar en una mujer...y pz lo q te propuso...eso es de una persona q ya lo ya hecho ...nada mas

 

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