25 de setiembre de 2009

El Cholo Vera

Aquella mañana de otoño Jacinto Vera salió de casa un poco más temprano que de costumbre. Se dirigía como cada Lunes al terminal de Fiori donde subiría al bus que lo llevaría hasta Barranca, un pueblito tres horas al norte de Lima, ahí se desempeñaba durante la semana como guadaespaldas de un empresario afincado en esta zona y dueño de una conocida empresa textil.

"El cholo" Vera, como lo conocían los amigos, era un ayacuchano de 33 años, convivía con Palmira Choquehuanca, una huanuqueña de caracter sumiso que le había dado dos hijos varones de 8 y 12 años. Con ellos se quedaba, los fines de semana, en un cuartito que alquilaba por ciento veinte soles mensuales En el Agustino, cerca a Puente Nuevo.

La noche anterior había discutido fuertemente con Choquehuanca, que a pesar de ser una chola obediente era muy celosa, y le había reclamado por su casi inexistente apetito sexual hacia ella, acusándolo de tener seguramente un sancochado con alguna jovencita Barranquina de calzoncito flojo. Él muy tranquilo le había explicado que llegaba cansado y además los niños estaban grandes y ya no tenían la misma privacidad de antes. Palmira, sin embargo, no le creyó nada y se fue a la cama al instante. En la mañana a modo de rebeldía no le había preparado el desayuno y se limitó solamente a pedir el dinero para el gasto de la semana.

Jacinto llegó al terminal terrestre dos horas antes de lo normal, y su única disyuntiva giraba en torno a si desayunar en Lima o Barranca. Decidió entonces dar una vuelta por las calles cercanas en busca de un buen caldo de gallina que le calmara el hambre matutino. Una cuadra y media más adelante llegó a un pequeño local, donde una piernona en minifalda coqueteaba a los transeúntes prometiéndoles -falsamente- el mejor desayuno de la zona. Jacinto preguntó entonces por el precio del caldo y ella sonriente le dijo: -Tres soles sin presa y cinco con presa mi amor, y además te doy tu yapa- Convencido, quién sabe si por la piernona o por la yapa, pidió uno con presa y se acomodó en una mesa al fondo del local.

Cuando se disponía a abrir su diario, de cincuenta céntimos, escuchó una voz conocida gritarle: -Cholo, hermanito, ¿qué haces por acá?- Unas mesas  más adelante vio a Ramiro Paredes, un arequipeño con el que había servido en la milicia a inicios de los noventa, ahí había sido su mejor amigo y compañero de parrandas, pero luego de juntarse con Palmira le había perdido el rastro. Jacinto sorprendido se levantó y caminó hasta la mesa de Ramiro, se estrecharon en un fuerte abrazo y se sentó a su lado. Lo miró detenidamente por unos segundos, notó que el "loco" estaba igualito, la misma sonrisa de palomilla y los ojos vidriosos de borracho empedernido.

-Carajo cholo, ¿qué ha sido de tu vida?- le da una palmada en la espalda, no deja de sonreír -Pensé que te habías regresado a la puna-
-Acá trabajando loco- no lo mira -Estoy de guardaespaldas pe, me quedo por Barranca los días de semana-
-Chucha primo, ¿ya no estás con la Palmira?- le hace una seña a la piernona
-Seguimos juntos loco, me dio dos varoncitos pe. Los fines de semana .. - la piernona los interrumpe, le sirve el caldo a Jacinto, y anota el pedido de Ramiro. El cholo continúa: -Así que a mi señora y mis hijos los veo los fines de semana nomas-
-Asu causa, ¿y la Palmira te aguanta?- se ríe burlonamente -Ya cholito no te me ases-
-¿Y tú? ¿qué haces por este barrio loco?- absorbe su caldo haciendo un molesto sonido
-Recién salgo del telo primo- le hace un gesto obsceno con los dedos -Por acá tengo una germa a la que le hago su mantenimiento de vez en cuando-

Jacinto se ríe y le palmotea el hombro a Ramiro. Ambos se quedan en silencio mientras comen. El local se va llenando al avanzar el tiempo, la mayoría son choferes y copilotos de los ómnibus interprovinciales, que ojerosos y despeinados van engullendo todo lo que pueden para resistir otras ocho horas de agitado viaje.

-Oye cholo ¿por qué traes esa cara de estreñido?- se limpia la boca con una servilleta de papel despacho
-Problemas con la Palmira, loco- acerca un mondadientes a su boca -Esta chamba es complicada-
-Por eso yo no tengo hembra fija huevón- se ríe pendejamente -¿Qué le hiciste a la Palmira pues?, seguro estas trampeando con una del sitio donde estás-
-Lo mismo piensa ella loco- mueve la cabeza en símbolo de no -Yo he pendejeado, pero ya hace unos años que le tengo ley a mi señora, me tocó buena, loco-
-Carajo causa, entonces ¿por qué piensa eso?-
-Loco, tú eres mi pata, te voy a contar- baja la voz -No me la cacho hace varios meses pe, por eso cree que estoy con otra-
Ramiro se ríe exageradamente, cuando nota la molestia de Jacinto, se calma.
-Disculpa causa- le hace un gesto a la piernona -¿Nos tomamos unas cervezitas? Un par nomas, para la sed-
Jacinto mira su reloj, aún tiene media hora antes de embarcarse. Acepta la invitación de Ramiro, advirtiéndole que sólo dos.
-Ya causa, el tema lo amerita- les traen las cervezas, Ramiro le sirve a Jacinto -¿Y por qué no te tiras a tu mujer? ¿Ya no puedes?-
-Estas huevón loco, yo no tengo esos problemas- pone cara de asustado -La huevada es que llego cansado, además los chibolos crecen pe, y la Palmira es gritona- se ríe, Ramiro se caga de risa
-No seas cojudo cholo, tienes que darle mantenimiento a tu ñorsa- se sirve la cerveza -Mánda a tus chibolos a jugar y cómetela en la mañana-
-Puta loco, esta chamba me caga- lleva las manos a su rostro, frota sus ojos -Ya estoy ahí nueve meses, y la vaina no es igual- toma su cerveza -Y todavía tengo que perseguir al patrón para que me dea mi plata a poquitos-
-Asu causa, si la huevada esta así tienes que ser consciente pues varón- se traga un puñado de cancha -La Palmira no va criar sola a tus chibolos. Te buscas otro chamba, o te buscas otra mujer por allá-
-No pe loco, ya te dije que le tengo ley a mi señora- sonríe -No me quejo, me tiene todo limpio y con la plata que le doy hace magia pa la comida-
-Mira causita, te doy un dato- saca una tarjeta de su bolsillo - ¿Tú cuánto ganas en Barranca?
-Seiscientos nomas loco- baja la mirada -Yo quiero que me dean seguro, pero mi patrón es duro-
-Chucha, entonces esto te va interesar- le da la tarjeta -En mi chamba necesitan personal, y como tú eres guardaespaldas no creo que haya problema- se sirve de la segunda cerveza -¿Tienes tus papeles en orden? ¿Permiso para portar arma?-
-Sí loco, todo- lee la tarjeta -¿Tú chambeas en eso?
-Afirma causita- se ríe -Al principio no me acostumbraba, pero la chamba de guachiman es buena. Trabajo mis ocho horas, hago extras, a veces amanecida. Me dan todos mis beneficios ..- el cholo lo interrumpe
-¿Y la paga?
-Eso es lo es mejor primo- levanta el vaso y brinda con el cholo -Mi básico es el mínimo, con horas extras y amanecidas saco una luca mensual. Y tengo seguro, y toda esa vaina-
-¿Y me aceptarán?- pregunta emocionado
-Yo creo que si primo, pero mejor déjame llamar a mi supervisor. Lo voy a florear que eres mi familia, aguanta un rato-

Ramiro se levanta y sale a la calle, Jacinto lo observa hablar por teléfono. Esta ansioso, agradece el haberse cruzado con el loco. Se siente mal porque nunca lo buscó después de juntarse con la Palmira, y ahora él se porta tan bien. Piensa que así son los buenos amigos y desde hoy lo frecuentará más seguido, aunque no salga lo de la chambita.

-Listo causa- se llena el vaso de cerveza -Estas con suerte, necesitan un efectivo en un casino de La Marina. Ya te recomendé con el Supervisor. Su apellido es López, la vaina es que tienes que verlo esta misma tarde. ¿Puedes?-
-Carajo, si viajo no puedo- se lleva las manos a la cabeza -¿Qué tan seguro es loco?
-Huevón, si tus papeles están en orden, empiezas mañana mismo- se sirve lo que queda en la botella
-No viajo entonces, como está comenzando el mes no pierdo mucho- termina su cerveza -Así vaya, el patrón la va hacer larga con lo que me corresponda, le voy a renunciar por teléfono nomas-
-Listo cholo- se levanta, le extiende los brazos -Ya tienes chamba nueva causita-
-Gracias Ramiro- corresponde el abrazo -No te voy a fallar promoción-
-Nada huevón, eso sí primo- pide la cuenta con un gesto, continúa -Tú pagas la cuenta y  cuando cobres tu primer sueldo nos metemos otras chelitas-
-Claro pe loco- lo vuelve abrazar -La Palmira se va poner contenta-
-Se va poner contenta cuando te la caches cholo- se ríe -Anda rápido, te la comes, y después te vas a la dirección que te apunté en la tarjeta-
-Eso haré entonces- se dan la mano despidiéndose
-Causa- le dice Ramiro -¿Me estas regalando tu maletín?
-Pucha loquito, me salvaste- se acerca  a la silla, toma su maletín, le da la mano de nuevo
-Oe cholo, el número de celular que puse es el mio- prende un cigarro -llámame cualquier vaina-
-Ya loquito, suerte y gracias de nuevo- recibe el vuelto de la cuenta, le alza la mano y se despide.

Jacinto sube a la primera combi que pasa. Su rostro esta relajado y esboza una sonrisa contagiante. Quiere darle una sorpresa a Palmira y esperar que los chicos lleguen del colegio, se van a poner contentos. Pero antes tiene que reconciliarse en la cama con su mujer, está tan feliz que se le ha parado de sólo pensarlo. Aún son las nueve de la mañana, así que la vía esta despejada y llega rápido hasta Puente Nuevo. Se baja y toma otra combi que lo dejará siete cuadras más adelante. Antes de entrar pasa por la tienda de Don Carlos, compra una gaseosa de tres litros y dos chizitos.

Hechas las compras de rigor camina apresurado hacia su casa, abre la puerta del corredor y se dirige a su cuarto. Saca la llave del bolsillo, siente unos ruidos extraños que provienen de adentro. Duda, abre intentando no hacer ruido y se encuentra con una escena que no esperaba. Su mujer está desnuda, dandole la espalda, montada sobre un hombre y gimiendo como una gata en celo. Jacinto estupefacto suelta el maletín y la bolsa con las cosas que ha comprado. El ruido no distrae a Palmira, que sigue cabalgando con mayor frenesí. El cholo reacciona y lanza un grito: -¡Palmira! ¿Qué carajo haces?- La mujer voltea y se cubre con una sábana, se queda muda, apenas puede respirar. La sorpresa para el cholo es mayor cuando mira al tipo y se da cuenta que es su compadre Sixto. Retrocede un paso, se lleva las manos al a cabeza, los mira con desprecio y grita nuevamente:

-¿Con el Compadre? ¿No podías revolcarte con otra persona? Eres una perra,  ¿y así intentabas celarme anoche?- golpea la puerta con el puño -¿Hace cuánto basura? ¡Dime! ¿Hace cuánto te acuestas con este hijo de puta?
-Recién cholito, recién hoy día- tiembla, intenta acomodarse la sábana para levantarse de la cama -Lo hice porque me tenías abandonada y justo el compadre vino y no sé qué pasó .. -
-No mientas chola mal nacida- la interrumpe, ella intenta levantarse -No te me acerques, no te atrevas-
-Tranquilo Jacinto por favor, hablemos- dice ella desesperada
-Y ahora quieres culparme, cagada de mierda- patea la puerta, mete la mano dentro de la casaca y saca su arma de trabajo, se acerca a su compadre Sixto, ante el terror de su mujer, le apunta directamente y le dice: -La verdad o te mueres cabrón de mierda, ¡La Verdad! ¿Hace cuánto te acuestas con esta basura?
-¿Qué hace compadre? Cálmese .. -
-Responde pendejo- grita Jacinto -Y más vale que no mientas, porque si no te creo aquí te quedas-
-No sé compadre, siete meses, no estoy seguro- Palmira lo mira, se lleva las manos a la cara, Jacinto se ríe, él intenta vestirse mientras habla -Compadre baje esa arma por favor-
-Claro pe, yo sacándome la mugre en el norte y ustedes revolcándose en la cama que yo he pagado, en el cuarto donde viven mis hijos- ahora le apunta a Palmira -Qué par de malparidos-
-Cholo ya baja esa arma, perdóname amor- dice ella desesperada
-¿Qué te perdone? Claro, eso haré ahora mismo

Jacinto los mira, se ríe y dispara al pecho de su mujer, gira hacia su compadre que lo mira horrorizado y le dispara del mismo modo. Suelta el arma sobre la mesa que está al lado de la puerta, levanta la bolsa y saca la botella de gaseosa, se sirve en un vaso y se sienta en el suelo apoyando la cabeza en la puerta, desde ahí observa la macabra escena de los amantes ensangrentados sobre la cama. Bebe de un sólo sorbo la bebida, mientras escucha voces desesperadas en el corredor. Vuelve a sonreír sin culpa y dice: -¡Me cagaste loco! ¡Me cagaste!-

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16 de setiembre de 2009

Consejos para mis amigos (y enemigos)


Siendo consciente que en los últimos años me he permitido el saludable placer de reducir constantemente mi lista de amigos -a tal punto que no me animo a realizar una fiesta de cumpleaños para siete personas-, he decidido compartir también estos consejos con todo aquel -o aquella- que se considere mi enemigo.


No pierdan el tiempo buscando o esperando el amor, es más práctico disfrutarlo con todos los candidatos -o candidatas- disponibles.

No quieran ser buenas personas -dejen aquel trabajo a los sacerdotes y psiquiatras-, evitarán meterse en líos de los cuales no será fácil salir.

Quiéranse, mírense desnudos al espejo, acaríciense con paciencia y cariño. Una buena paja es el mejor modo de empezar a conocerse -y quererse-.

Mientan descaradamente de vez en cuando, podría salvarles la vida algún día.

No vivan haciendo planes, el único plan es vivir, y vivir bien.

Realizen sus sueños, ninguno es lo suficientemente inalcanzable, pero sobre todo nunca vivan a la sombra del sueño de alguien más.

Al menos una vez báñense desnudos en el mar -procuren estar sobrios-, es la mejor forma de purificar el alma.

Fumen todos los cigarrillos que puedan, y si es posible llenen de humo a los no fumadores.

Cuando dejen de fumar no se priven del placer de disfrutar un habano, acompañado de un whisky y un buen amigo.

Escriban un diario, sus nietos merecen reírse de sus estupideces.

Vivan para ustedes, nunca para los demás.

Si les descubren una amante, no pierdan el tiempo disculpándose. Conviertan a la amante en la oficial, y consigan una nueva amante.

Si eres atractivo y no sabes bailar, no te hagas problema. Si no lo eres, matricúlate en una escuela de baile.

Si son ricos, cásense con bienes separados. Si no lo son tanto, ni lo piensen.

Si pueden irse de este país, háganlo. Nadie los extrañará, si les dicen que sí, desconfíen.

No hagan intercambio de parejas, a menos que vayan con la no oficial.

Hagan el amor en un avión, sobre una lavadora y en un ascensor. Si su trasero es conocido en la oficina, no lo hagan sobre la fotocopiadora.

Si te hacen daño no justifiques a esa persona. Si esa persona te pide perdón, no aceptes.

Si tú haces daño, no pidas perdón. Si te perdonan, no aceptes.

No te arrepientas nunca. Si te arrepientes estás jodido.

Si te enamoras, no lo divulgues. Hacerlo te volverá vulnerable.

No regresen al pasado, no vivan del futuro. Disfruten el presente.

Controla tus sentimientos. No ames más de lo que te aman. Es falso que el amor da todo sin esperar nada a cambio.

Sólo a mis enemigos: al menos una vez hagan el amor con una persona de rasgos indígenas, háganlo en nombre de la lucha contra el racismo.

Sólo a mis amigos: no decidan con el corazón, la mayoría de veces aunque se sientan bien, arruinarán su vida.

Sólo a mis enemigos: sigan considerándome su enemigo, exaltan mi ego.

Sólo a mis amigos: regálenme cosas lindas -y caras- en mi cumpleaños, aquello de "no debiste molestarte" o "no era necesario" son viles mentiras.

Y sobre todo no escriban un blog, la gente no merece bostezar con sus patéticos posteos -como éste-


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10 de setiembre de 2009

El Tonto

El tonto en realidad no siempre es tonto. Al menos no con particularidad. Sagaz para los negocios, un sinvergüenza total. De aquellos que no se inmuta al pagar la cuenta y se cuela en cualquier lugar. El tonto también es inteligente y muy vivaz. Con un coeficiente superior al resto, va por la vida teniendo en jaque a los demás.

Pero el tonto por algo es tonto y no exactamente por simple aburrimiento. Sepamos que su perdición es una mujer, experta en volverlo estúpido, retardado, lerdo, crédulo, patético, un cojudo total. Lo embruja lentamente y lo amordaza con la sutileza de una serpiente cascabel, envolviéndolo en la efímera felicidad de una cogida sobrenatural -que fue sobrenatural sólo para él-.

Al tonto siempre le gustaron los cómics, quizás por eso le sea tan simple creer las inspiradas y delirantes historietas con las que se excusa su traicionera amada. Pero si de tanto en tanto -en un momento de pseudo lucidez- una historieta no es lo suficientemente convincente, siempre es buena la falsa promesa de un mañana mejor, que a él -tolerante pusilánime- le renovará la esperanza de un amor sin igual.

El tonto sabe que es tonto y no le importa. Le gusta la mierda en la que vive -o mejor dicho se revuelca- y la disfruta. Sentirse víctima es excitante y hasta orgásmico. Luego, ser comprensivo es divino y celestial. El tonto ya se ha hecho a la idea que no hay mujer que lo respete, por eso siente que es mejor furcia ya conocida -así sea histérica, conchuda y caradura- que furcia por conocer.

El tonto es feliz siendo tonto, o al menos eso cree. Lo cierto es que mucha gente nace con esa vocación -la de incólume tonto del amor-, pero pocos son los que tienen el desparpajo de afrontarlo con el valor -o sublime descaro- con el que lo hace nuestro querido tonto. Como sea, si de algo está seguro el tonto, es de que es un tonto útil, al menos para su desalineada e impresentable compañera


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